Resumen Económico de la Semana
del 12 al 16 de Mayo de 2025
18 mayo 2025
Por Enrique Ariza
La semana estuvo marcada por una reconfiguración significativa del panorama económico global, tras el sorpresivo acuerdo entre Estados Unidos y China para suspender sus aranceles recíprocos durante 90 días. Esta tregua comercial disipó temores inmediatos de recesión, fortaleció los mercados de renta variable y ajustó las expectativas de política monetaria, con la Reserva Federal perfilando recortes de tasas a partir de septiembre. En este contexto, Colombia destacó con un crecimiento del PIB del 2,7% en el primer trimestre y avances relevantes en comercio y exportaciones ganaderas. Sin embargo, la adhesión del país a la Ruta de la Seda y su solicitud de ingreso al Banco de los BRICS desataron tensiones diplomáticas con Estados Unidos, poniendo a prueba la viabilidad de una neutralidad comercial en un entorno internacional crecientemente polarizado.
Este informe ofrece un análisis integral de las principales economías del mundo, la evolución de los mercados financieros, los movimientos en divisas y commodities, y cierra con una columna editorial que examina el dilema estratégico que enfrenta Colombia ante su giro hacia Asia. Un contenido esencial para entender los desafíos —y oportunidades— que definieron la agenda económica de la semana.
Estados Unidos — Tregua comercial, inflación controlada y resiliencia económica definen la semana
La semana inició con un fuerte impulso positivo tras los resultados inesperadamente favorables de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, celebradas el fin de semana anterior en Suiza. Las conversaciones —encabezadas por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el representante de comercio Jamieson Grerer, por parte de EE. UU., y el viceprimer ministro He Lifeng por parte de China— concluyeron con un acuerdo que sorprendió tanto a analistas como a los mercados: la reducción recíproca de aranceles por un periodo de 90 días. En concreto, los gravámenes estadounidenses a productos chinos bajarán del 145% al 30%, mientras que los aranceles chinos sobre bienes estadounidenses caerán del 125% al 10%. No obstante, se mantendrán los aranceles del 20% por parte de EE. UU. sobre productos vinculados al fentanilo, y persistirá un entorno de vigilancia estratégica sobre ciertas importaciones sensibles.
El acuerdo también contempla la suspensión temporal de medidas no arancelarias —como las restricciones chinas a la exportación de tierras raras y controles a firmas estadounidenses— y abre la puerta a nuevas rondas de negociación. Como resultado, se desactivó buena parte del pesimismo que había predominado en los últimos meses y se redujeron significativamente las probabilidades asignadas a una recesión. Este giro mejoró las perspectivas bursátiles, pero al mismo tiempo alteró las expectativas sobre la política monetaria de la Reserva Federal, que ahora estaría considerando un ciclo más moderado de recortes, con un escenario base de dos reducciones de 25 puntos básicos cada una a partir del tercer trimestre.
El alivio en materia comercial se vio reforzado a mitad de semana con un dato clave: la inflación de abril. Tanto la inflación total como la subyacente avanzaron un 0,2% mensual, por debajo de las previsiones del mercado. En términos interanuales, la inflación general retrocedió a 2,3%, su nivel más bajo desde febrero de 2021, mientras que la núcleo —que excluye alimentos y energía— se mantuvo estable en 2,8%. Esta moderación estuvo impulsada principalmente por la caída de los precios energéticos (–3,7% interanual) y la desaceleración en el componente de servicios (3,6%, desde 3,7%). También se registró un retroceso en los precios de alimentos por primera vez en cinco años, lo que redujo el índice anual a 2,8%. El componente más resistente sigue siendo el de vivienda, que representa más del 30% del índice y continúa presionando al alza los costos estructurales.
Aunque este resultado es favorable, la Reserva Federal ha optado por mantener una postura prudente. En palabras de su presidente, Jerome Powell, la próxima revisión del marco estratégico —prevista para este año— deberá contemplar un entorno global más propenso a choques de oferta persistentes, lo que podría requerir ajustes en la tasa neutral y en las herramientas de política. En este mismo contexto, la agencia Moody’s rebajó la calificación crediticia de EE. UU. a “Aa1” desde “Aaa”, citando como razones el descontrol en el crecimiento de la deuda pública y el peso creciente de los intereses, ya superiores a los observados en países comparables. Así, Moody’s se alinea con decisiones anteriores adoptadas por Fitch y S&P Global.
En materia de actividad económica, los datos siguen reflejando una economía resiliente. El ISM no manufacturero de abril se situó en 51,6 puntos, superando con holgura las previsiones y mostrando solidez en sectores como alojamiento y alimentación. El consumo interno, pese al entorno de incertidumbre, continúa siendo un pilar de estabilidad. No obstante, la productividad laboral cayó 0,8% anualizado en el primer trimestre, arrastrada por una leve contracción en la producción y un aumento en las horas trabajadas, lo que disparó los costos laborales unitarios en 5,7%, su mayor alza en un año.
El mercado laboral mantuvo su firmeza: las solicitudes iniciales de subsidios por desempleo bajaron a 228.000, y las solicitudes continuas descendieron a 1,88 millones, reafirmando la fortaleza del empleo en medio de la desaceleración inflacionaria. A nivel externo, sin embargo, persiste un factor de fragilidad: la balanza comercial registró un déficit récord de 140.500 millones de dólares en marzo, impulsado por un incremento en las importaciones de bienes de consumo, automóviles y bienes de capital. Aunque se espera que este desbalance se reduzca en los próximos meses debido al nuevo esquema arancelario, el deterioro del sector externo continúa siendo un riesgo para el crecimiento.
Finalmente, el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan cayó a 50,8 puntos, su nivel más bajo desde mediados de 2022. La mayoría de los encuestados atribuyó su pesimismo al impacto de los aranceles sobre los precios, en especial ante el repunte de las expectativas de inflación a corto plazo, que subieron de 6,5% a 7,3%.
En conjunto, el dato inflacionario de abril refuerza la visión de que el proceso de desinflación continúa, aunque a un ritmo menos acelerado que el observado en meses anteriores. Por ahora, el efecto de los aranceles sobre los precios sigue siendo marginal, y los mercados descuentan una primera reducción de tasas en septiembre. Al cierre de la semana, el S&P 500 acumulaba un alza de 0,75%, el Nasdaq avanzaba 1,20%, y el dólar se mantenía estable frente al euro, alrededor de 1,11, en un contexto de mayor optimismo económico pero cautela estructural.
Europa — Mejora en indicadores, expectativas más sólidas y cautela monetaria ante tensiones comerciales
Los datos publicados esta semana en Europa consolidaron un tono más optimista sobre la evolución de la economía regional. Tanto los indicadores de actividad real como los indicadores adelantados reflejaron una mejora significativa, lo que sugiere una estabilización paulatina tras los episodios recientes de volatilidad comercial y energética. La confianza del inversor en la zona euro —medida por el índice Sentix— avanzó con fuerza hasta los –8,1 puntos, su nivel más alto desde febrero de 2022, frente a los –19,5 puntos registrados en abril. Este repunte se debió principalmente al aumento de las expectativas a seis meses, que pasaron a terreno positivo con +3,8 puntos, mostrando un giro claro hacia una visión más optimista.
El PMI compuesto de abril fue revisado al alza hasta 50,4 puntos, superando el umbral de expansión. Esta mejora fue impulsada por los servicios en Italia y las revisiones favorables de los índices en Francia y Alemania. Sin embargo, España decepcionó con un PMI compuesto de 52,5 puntos, por debajo de las expectativas del mercado, lo que contrasta con la recuperación en otras economías núcleo del bloque.
En el ámbito industrial, Alemania registró un repunte relevante. Los pedidos de fábrica crecieron 3,6% en marzo, muy por encima del 1,3% previsto, con una expansión generalizada en sectores clave como maquinaria, automoción y farmacéutico. La producción industrial también repuntó 3% mensual, ayudada en parte por compras anticipadas ante la entrada en vigor de nuevos aranceles. Esta dinámica fue interpretada por varios analistas como un indicio de estabilización, aunque no exento de distorsiones puntuales.
En España, el mercado laboral mejoró en abril, con una reducción de 67.400 desempleados registrados, equivalente a un descenso interanual del 5,8%. A su vez, la producción industrial creció un 0,9%, superando con amplitud el 0,1% estimado por el consenso. En paralelo, la actividad residencial mostró un fuerte dinamismo: las compraventas de vivienda crecieron 40,6% interanual en marzo, con un notable impulso tanto en el segmento de segunda mano como en el de vivienda nueva. Este resultado representa un crecimiento acumulado del 21% en lo corrido de 2025, con Andalucía, Castilla y León y el País Vasco liderando en términos regionales.
La inflación también dio señales mixtas. En España, la inflación general retrocedió hasta 2,2% en abril, favorecida por una caída del 9,1% en los precios de los carburantes, mientras que la inflación subyacente aumentó hasta 2,4%, debido al efecto calendario de Semana Santa, que elevó temporalmente los precios de servicios turísticos. En la eurozona, los precios de producción sorprendieron a la baja con una caída de –1,6% mensual, arrastrados por una contracción del 5,8% en el componente energético. Las ventas minoristas disminuyeron 0,1%, aunque se mantuvieron en línea con las previsiones tras una revisión al alza del dato de febrero.
En Alemania, las expectativas económicas también se fortalecieron. El índice ZEW de sentimiento económico se recuperó parcialmente en mayo, con un 40,5% de los encuestados proyectando una mejora de la situación, frente al 24,4% del mes anterior. Este repunte refleja tanto el alivio inicial por la tregua comercial entre Estados Unidos y China como las expectativas de una inflación más controlada en la eurozona, lo cual permitiría al Banco Central Europeo continuar con su ciclo de flexibilización. No obstante, el BCE se mantiene prudente. El economista jefe, Philip Lane, anticipó que en junio se presentarán nuevos escenarios macroeconómicos que reflejarán el impacto de las tensiones comerciales globales, advirtiendo que el aumento del proteccionismo podría introducir presiones inflacionarias adicionales que limiten el margen para seguir recortando tasas de interés.
Finalmente, la revisión del crecimiento económico de la eurozona para el primer trimestre de 2025 arrojó una leve corrección a la baja: el PIB avanzó 0,3% intertrimestral, una décima menos de lo inicialmente reportado. Aun así, el balance general para la región sigue siendo favorable, con señales de recuperación industrial, mejora del empleo y expectativas más sólidas de cara al segundo semestre del año.
Asia:
China — Fragilidad en los servicios chinos, resiliencia exportadora
Los indicadores adelantados en China comienzan a reflejar señales de agotamiento en el impulso económico. El PMI de servicios Caixin de abrilse redujo a 50,7 puntos, muy por debajo de los 51,9 del mes anterior y del 51,8 esperado, lo que refleja un retroceso en la dinámica del sector terciario. Esta desaceleración se produce en un contexto de incertidumbre comercial, pese a que las exportaciones sorprendieron positivamente al crecer un 8,1% en abril, superando las previsiones del mercado. El dato, sin embargo, esconde una caída del 21% en los envíos hacia Estados Unidos, consecuencia directa de los nuevos aranceles, mientras que se observó un claro redireccionamiento del comercio hacia el sudeste asiático y la Unión Europea.
En respuesta a los nuevos desafíos, el Banco Popular de China recortó su tasa repo a siete días e implementó una rebaja del coeficiente de reservas bancarias, en un intento de estimular la liquidez y amortiguar el efecto de las barreras comerciales. Las autoridades económicas han redoblado sus esfuerzos por estabilizar la economía, combinando estímulos monetarios con una estrategia de largo plazo centrada en la autosuficiencia industrial y tecnológica. En este sentido, el primer ministro Li Qiang subrayó —durante una reunión del Consejo de Estado— la necesidad de reforzar la integración entre innovación científica e innovación industrial, apoyar a las empresas exportadoras, estimular el consumo interno y consolidar cadenas de suministro resilientes. El mensaje oficial fue claro: ante un entorno global cada vez más incierto, China buscará apalancarse en su mercado interno y profundizar sus vínculos con regiones estratégicas como América Latina.
En esta línea, continuaron fortaleciéndose los lazos entre China y Brasil. En un seminario empresarial celebrado en Beijing, la cadena Luckin Coffee anunció su mayor plan de adquisición de café hasta la fecha, con una compra proyectada de 240.000 toneladas de grano brasileñopor un valor de 1.389 millones de dólares entre 2025 y 2029. Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo coordinado con Apex-Brasil y la embajada brasileña para promover la cultura cafetera en China, al tiempo que evidencia el creciente protagonismo de América Latina en la estrategia de diversificación comercial del gigante asiático. La VII Exposición Internacional de Importaciones de China ya había registrado una participación récord de empresas de la región, reforzando la tendencia hacia una mayor cooperación sur-sur. Según datos del Consejo de Exportadores de Café de Brasil, las exportaciones de café en grano hacia China crecieron 186% en la temporada 2023-2024, convirtiendo a este país en el destino con mayor incremento porcentual a nivel global.
Japón — Contracción económica, presión arancelaria y diplomacia de inversión en tiempos de incertidumbre
Japón confirmó esta semana una contracción económica en el primer trimestre de 2025, con una caída del 0,2% intertrimestral, frente al crecimiento del 0,6% registrado en el trimestre anterior. El retroceso responde, principalmente, a un deterioro en el sector externo: las exportaciones se redujeron en –0,6%, mientras que las importaciones crecieron un 2,9%, restando 0,8 puntos porcentuales al PIB. Este deterioro del saldo neto de comercio exterior ocurre en un contexto donde el consumo interno permanece estancado, y aunque la inversión privada —tanto residencial como no residencial— mostró un comportamiento positivo, no logró compensar el lastre del sector externo.
El impacto de los nuevos aranceles estadounidenses, enmarcados en la renovada política comercial de la administración Trump, todavía no se refleja de forma plena en las estadísticas, pero los riesgos ya se perciben claramente en la balanza de servicios y en la volatilidad cambiaria. En este entorno, el Banco de Japón mantiene su política monetaria sin variaciones, en espera de una mayor claridad sobre los efectos reales de la guerra comercial global antes de reanudar un posible ciclo de subidas de tasas.
No obstante, más allá de los datos duros, Japón enfrenta una disyuntiva estratégica en su relación con Estados Unidos. Las recientes negociaciones arancelarias entre ambos países han adquirido una dimensión geopolítica clave. El ministro japonés para la Revitalización Económica, Akazawa Ryōsei, sostuvo en abril una ronda de conversaciones con altos funcionarios estadounidenses, incluyendo al propio presidente Trump. La presencia del mandatario en estas reuniones fue interpretada como un indicio de urgencia y pragmatismo por parte de Washington, que enfrenta presiones internas crecientes para revitalizar su base manufacturera y contener la pérdida de confianza global en el dólar.
En ese contexto, la inversión japonesa en Estados Unidos se ha convertido en una herramienta diplomática, más allá de sus implicaciones económicas. Japón es hoy el mayor inversionista extranjero en territorio estadounidense, especialmente en el sector automotor y en proyectos industriales como el gas natural licuado en Alaska, concebido como un modelo de cooperación energética estratégica. Estas inversiones —aunque impulsadas por el sector privado— fortalecen la manufactura y el empleo en Estados Unidos, y constituyen una carta clave en las negociaciones bilaterales. El mensaje de Tokio es claro: la creación de valor conjunto puede ser más efectiva que la imposición de barreras comerciales.
Pese a ello, desde la perspectiva japonesa persiste una profunda preocupación. Las medidas arancelarias frecuentes e impredecibles dificultan las decisiones de inversión de largo plazo, al introducir incertidumbre sobre los costos futuros y las reglas del juego. La industria automotriz, históricamente sensible a los cambios regulatorios entre ambos países, podría ser una de las más afectadas si se concreta un arancel del 25%, lo que pondría en riesgo los márgenes del sector para este año. Aunque el sector manufacturero representa hoy una fracción menor del PIB japonés, su peso en las exportaciones y en el empleo industrial sigue siendo significativo.
En este escenario, el tipo de cambio ha funcionado como amortiguador. La tasa actual de 140 yenes por dólar, aunque más fuerte que en el momento de la elección de Trump en noviembre de 2024, ayuda a contener el impacto inflacionario sobre las importaciones. Sin embargo, el propio presidente estadounidense ha señalado el tipo de cambio como una fuente del desequilibrio bilateral, aunque el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha evitado exigir objetivos explícitos en materia cambiaria —consciente de que un debilitamiento forzado del dólar podría agravar la pérdida de confianza en los activos estadounidenses—.
La administración Trump ha comenzado a flexibilizar su postura. No solo ha suspendido temporalmente nuevos aranceles, sino que también ha abandonado la retórica de remover al presidente de la Reserva Federal y ha dejado entrever una posible moderación en su política hacia China. En este giro influyen dos visiones enfrentadas dentro del gobierno: por un lado, los halcones liderados por Peter Navarro, defensores de una política arancelaria agresiva como instrumento de reindustrialización; por otro, una corriente más pragmática encabezada por Bessent, enfocada en la estabilidad de los mercados y en evitar un colapso del dólar.
Frente a este panorama, Japón debe redefinir su estrategia comercial y diplomática. Mientras avanza en la negociación con Washington, también explora mecanismos alternativos de integración como la inclusión de la Unión Europea en el Acuerdo Transpacífico, y redobla su presencia económica en regiones emergentes con alto potencial, como el sudeste asiático y la India. El desafío es claro: reducir su dependencia de una potencia cada vez más errática en su rol hegemónico, sin romper los vínculos que sostienen su crecimiento externo.
México — Mejora en perspectivas, resiliencia de los servicios y dependencia crítica de las remesas
Durante la semana, México recibió una noticia alentadora por parte de Goldman Sachs, que revisó al alza su proyección para el Producto Interno Bruto (PIB) de 2025. El banco de inversión, que previamente anticipaba una contracción de 0,5%, ahora estima crecimiento nulo (0,0%) para el año, en un contexto donde la economía estadounidense —principal socio comercial de México— ha dado señales de fortaleza renovada. Esta mejora se sustenta, según Goldman, en el impulso que traerán los acuerdos comerciales recientes entre Estados Unidos, China y Reino Unido, los cuales han reducido el riesgo de recesión para la primera economía del mundo a 35%, desde un 45% proyectado anteriormente.
En este entorno, la actividad económica mexicana ha mostrado un desempeño más robusto de lo previsto en el primer trimestre, como lo reflejó la estimación oportuna del PIB divulgada por el INEGI. No obstante, los analistas coinciden en que 2025 seguirá siendo un año difícil, marcado por la persistencia de aranceles estadounidenses aún no renegociados, y por la incertidumbre que rodea la próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Si bien la mejora de las condiciones en EE. UU. podría favorecer la actividad manufacturera en México, los riesgos regulatorios, cambiarios y políticos internos siguen pesando sobre la inversión.
En línea con las expectativas monetarias globales, las previsiones para Estados Unidos sugieren un recorte de tasas de 25 puntos básicos en diciembre, con dos reducciones adicionales en 2026. Esto favorece el escenario para una eventual flexibilización de la política monetaria en México, cuyo ciclo sigue altamente correlacionado con las decisiones de la Reserva Federal.
En el frente estructural, las remesas continúan desempeñando un papel crítico en la estabilidad económica y social del país, particularmente en las entidades con mayor pobreza relativa. Según un estudio del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), las remesas representaron en 2024 el 14,3% del PIB estatal en Chiapas, el 13,6% en Guerrero, el 11,3% en Michoacán y el 9,8% en Oaxaca. A nivel nacional, estas transferencias —provenientes mayoritariamente de connacionales en EE. UU.— alcanzaron un récord de 64.746 millones de dólares, equivalentes al 44% del gasto de consumo de los hogares receptores y al 5% del consumo privado total. En términos de ingreso, los hogares receptores vieron incrementos de hasta 41,7% en las regiones más pobres del país, en un fenómeno que, aunque estabilizador, también refleja la alta dependencia de flujos externos no productivos para sostener la demanda interna.
Desde el punto de vista sectorial, el sector servicios seguirá siendo el principal motor del crecimiento en 2025, de acuerdo con el informe Situación Regional-Sectorial de BBVA México. Durante 2024, este segmento —que representa cerca del 60% del PIB— creció un 2,3%, contrastando con la contracción de –2,3% del sector primario y el estancamiento del sector secundario. Para este año, BBVA proyecta un crecimiento moderado pero constante de las actividades terciarias, especialmente en servicios financieros y telecomunicaciones, impulsados por una posible disminución en la tasa de interés y por el incremento sostenido en la demanda digital. El debilitamiento del consumo privado, producto de una menor generación de empleo formal, podría llevar a los hogares a financiar el gasto a través de mayor endeudamiento, mientras que las empresas enfrentan un entorno de alta incertidumbre que retrasa decisiones de inversión.
Finalmente, el mercado bursátil mexicano cerró su segunda semana consecutiva en terreno positivo. El índice S&P/BMV IPC avanzó 0,05% el viernes, acumulando un alza semanal de 2,54% y elevando su rendimiento anual a 17,1%. Las acciones de Regional (+4,50%) y BanBajío (+2,21%) lideraron las ganancias, mientras que Liverpool encabezó las pérdidas con una caída de –1,76%. La atención del mercado se centrará la próxima semana en los datos del PIB y de inflación quincenal, que podrían confirmar si la economía logra mantener una trayectoria de recuperación moderada pese a los múltiples desafíos internos y externos.
Colombia — Repunte del PIB, consumo dinámico y una reconfiguración geopolítica en marcha
La economía colombiana registró un crecimiento del 2,7% en el primer trimestre de 2025, frente al mismo periodo del año anterior, según informó el DANE. Esta expansión —la más robusta desde mediados de 2022— confirma la continuidad de la recuperación iniciada en 2024, luego de un prolongado periodo de bajo dinamismo. El repunte fue liderado por los sectores de comercio, transporte y servicios de comida (+3,9%), el agro (+7,1%, con un sorprendente crecimiento del café del 31,3%) y las actividades culturales y de entretenimiento (+15,5%). En contraste, la construcción (–3,5%), la minería (–5,0%) y el suministro de servicios públicos (–1,2%) continuaron en terreno negativo.
Desde la perspectiva del gasto, el consumo final de los hogares se mantuvo firme con un crecimiento de 4,1%, impulsado por la demanda de bienes durables (+14,5%) y semidurables (+7,2%). La inversión productiva, medida por la formación bruta de capital fijo, avanzó 1,8%, jalonada por maquinaria y equipo (+12,5%), aunque golpeada por la debilidad persistente del sector de vivienda (–8,6%). El Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) —que permite capturar el pulso mensual de la actividad— creció 4,5% anual en marzo, en línea con la expansión del PIB, con liderazgos claros en agricultura, comercio y actividades artísticas.
En el frente industrial, la producción manufacturera repuntó 4,9% anual en marzo, con un avance del 5,7% en ventas reales. Sin embargo, el crecimiento aún no compensa el terreno perdido en 2024, y sectores clave como automotriz, farmacéutico y bebidas siguen mostrando señales de debilidad. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, advirtió que sin una estrategia clara de crecimiento multisectorial, la recuperación industrial podría ser apenas coyuntural.
Las ventas del comercio minorista aumentaron un 12,7% anual en marzo, según el DANE. Excluyendo combustibles, el crecimiento fue de 14,7%, con especial protagonismo de vehículos, electrodomésticos y productos tecnológicos. A pesar del dinamismo comercial, el empleo en el sector cayó un 1,1% en el primer trimestre, revelando un patrón preocupante: ventas en expansión con generación laboral en contracción.
En cuanto al clima de los hogares, la confianza del consumidor cayó a –8,6% en abril, afectada por un deterioro en las expectativas económicas. La disposición a comprar vivienda descendió fuertemente (–36,8%), mientras que la intención de adquirir vehículos siguió deprimida (–56,4%). Solo la compra de bienes durables mostró una leve mejora. La lectura general sigue siendo de cautela, especialmente en Bogotá y Bucaramanga, donde la percepción sobre la situación económica se deterioró con mayor fuerza.
En el frente externo, el sector ganadero exportó USD 137,3 millones en el primer trimestre, con volúmenes destacados en carne, vísceras, leche y ganado en pie. Los principales destinos fueron China, Arabia Saudita, Egipto y Rusia. Según FEDEGÁN, de mantenerse esta dinámica, el sector podría cerrar el año con ingresos por encima de los USD 550 millones, una cifra récord. El comercio electrónico también continúa su ascenso: las ventas minoristas por canales digitales crecieron 18,2% en el trimestre, consolidando su peso en el ecosistema comercial.
Sin embargo, el mayor evento de la semana tuvo un carácter geopolítico: Colombia firmó su ingreso a la Nueva Ruta de la Seda impulsada por China, en medio de una visita oficial del presidente Gustavo Petro a Pekín. El memorando —de carácter no vinculante— establece una hoja de ruta para la cooperación en once frentes, desde infraestructura y agroindustria, hasta inteligencia artificial y transición energética. La Cancillería ha subrayado que no se trata de un tratado internacional, sino de una carta de intención que busca facilitar el acceso a capital productivo y ampliar las exportaciones hacia el gigante asiático.
El gesto diplomático generó una reacción inmediata desde Washington. Estados Unidos anunció que bloqueará nuevos desembolsos del BID y otras entidades multilaterales hacia proyectos en los que participen empresas estatales chinas en Colombia, como ocurre actualmente con la primera línea del metro de Bogotá, operada por capitales chinos. La Casa Blanca expresó preocupación por los riesgos en seguridad regional y advirtió sobre el avance estratégico del Partido Comunista Chino en infraestructura crítica del hemisferio.
La controversia se amplificó tras la solicitud oficial de Colombia para ingresar al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) del grupo BRICS, donde el país se comprometió a suscribir capital por USD 512,5 millones, de los cuales USD 102,5 millones serán en efectivo. Este movimiento busca diversificar las fuentes de financiación internacional, pero también marca una redefinición del alineamiento geopolítico tradicional del país, históricamente cercano a EE. UU.
Voces del sector empresarial y político han cuestionado tanto el fondo como la forma del acuerdo con China. Desde la ANDI y ANIF hasta exministros y congresistas, se han levantado alertas sobre riesgos para la industria nacional, falta de consulta al sector privado y posibles impactos sobre la soberanía económica. Aunque el gobierno insiste en que la adhesión no compromete relaciones estratégicas existentes, el debate sobre la dirección del comercio exterior y la política internacional de Colombia permanece abierto.
Renta Variable — Rally liderado por tecnología en EE. UU. y sentimiento mixto en mercados emergentes
Los mercados accionarios globales cerraron la semana con una marcada tendencia alcista, impulsados principalmente por el alivio que generó la tregua arancelaria entre Estados Unidos y China. Este nuevo escenario, percibido como menos inflacionario y menos disruptivo para las cadenas de suministro, favoreció un mayor apetito por riesgo en renta variable, particularmente en el sector tecnológico. En Wall Street, los tres índices principales acumularon su mejor desempeño semanal del año: el S&P 500 avanzó 5,3%, el Nasdaq repuntó 7,2% y el Dow Jones subió 3,4%, todos completando cinco sesiones consecutivas en terreno positivo.
El rally fue liderado por los gigantes tecnológicos, con Nvidia, Apple y Meta capitalizando las expectativas positivas en torno a la inteligencia artificial y presentaciones sólidas de resultados. Sin embargo, el entusiasmo se moderó al cierre de la semana tras conocerse la caída en el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, lo que reavivó temores sobre la sostenibilidad del consumo privado. En el plano corporativo, destacó la compra de Foot Locker por parte de Dick’s Sporting Goods, así como el repunte de UnitedHealth, que recuperó terreno tras verse afectada por investigaciones del Departamento de Justicia. Amazon y Meta corrigieron levemente el jueves, presionadas por preocupaciones regulatorias y retrasos en lanzamientos de IA.
En Europa, los principales índices también registraron ganancias, aunque más moderadas. El Euro Stoxx 50 avanzó 0,3%, sostenido por resultados sólidos en consumo y lujo, destacándose Richemont y Renk. El IBEX 35 subió 1,0%, mientras que el DAX alemán fue el más rezagado con un avance de apenas 0,3%, reflejando la cautela del mercado ante los datos dispares del entorno industrial europeo. La caída de Alibaba, que decepcionó en ingresos, afectó a varias firmas europeas con exposición significativa al mercado chino, moderando el impulso bursátil en el bloque.
En Asia-Pacífico, el comportamiento fue mixto. El Hang Seng de Hong Kong retrocedió 0,5%, aún impactado por los débiles resultados de Alibaba, mientras que el Topix japonés se mantuvo prácticamente plano en medio de la contracción del PIB nipón y la falta de catalizadores internos. En contraste, Australia y Corea del Sur registraron cierres positivos, apoyados por la fortaleza del consumo interno y una menor presión cambiaria frente al dólar.
En el ámbito local, el índice COLCAP de la Bolsa de Valores de Colombia registró un comportamiento mixto, cerrando la semana con una leve caída de –1,20%, finalizando en 1.647 puntos, pese a haber registrado un avance marginal en jornadas previas. El movimiento reflejó tanto la cautela de los inversionistas ante los resultados corporativos como la incertidumbre política y externa derivada del anuncio sobre la adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda. Aun así, algunas acciones lograron destacarse, como PF-Grupo Sura (+0,98%), PF-Davivienda (+0,51%), Terpel (+0,84%) y la propia BVC (+0,16%), tras reportes financieros en línea con lo esperado. La próxima semana estará marcada por la atención a datos clave de inflación, crecimiento y posibles efectos en los flujos de inversión extranjera, especialmente tras la tensión diplomática con Estados Unidos.
En conjunto, la semana evidenció una clara rotación hacia activos de riesgo en los mercados desarrollados, liderada por tecnología y respaldada por expectativas de tasas más bajas. Sin embargo, el tono en mercados emergentes sigue siendo más prudente, reflejando sensibilidad a la geopolítica y a las perspectivas de crecimiento interno. En este entorno, la selectividad y el análisis fundamental ganan protagonismo para los inversionistas institucionales que buscan posicionamiento estratégico en un mundo donde la volatilidad no ha desaparecido, sino que se ha transformado.
Divisas — Fortalecimiento selectivo del dólar, resiliencia del peso colombiano y sensibilidad al riesgo global
El mercado de divisas global cerró la semana con movimientos mixtos, en un entorno marcado por la persistente incertidumbre arancelaria, las señales encontradas en los datos macroeconómicos de Estados Unidos y el posicionamiento de los inversionistas frente a un ciclo de tasas que comienza a reconfigurarse. El índice DXY, que mide el desempeño del dólar frente a una cesta de seis divisas principales, avanzó 0,6% en la semana, registrando su cuarto incremento consecutivo. El impulso inicial provino del alivio que generó la tregua comercial entre Washington y Pekín, así como de un inesperado aumento en los precios de importación. Sin embargo, hacia el cierre de la semana, la apreciación del billete verde perdió fuerza tras conocerse la rebaja de calificación crediticia por parte de Moody’s, lo que introdujo nuevos cuestionamientos sobre la sostenibilidad fiscal estadounidense.
Las expectativas de política monetaria también jugaron un papel clave. A pesar de que la inflación de abril se ubicó por debajo de lo esperado —reforzando la tesis de una Fed menos restrictiva—, el mercado continúa descontando un primer recorte de tasas a partir de septiembre, con un camino más claro hacia la relajación en 2026. En este contexto, las monedas refugio como el franco suizo y el yen japonés retrocedieron 0,8% y 0,2%, respectivamente, mientras que la libra esterlina cayó 0,2%, presionada por una menor demanda de cobertura y por señales de desaceleración económica en Reino Unido.
El euro, por su parte, mostró una mayor sensibilidad a la combinación de fortaleza del dólar y nerviosismo comercial. Aunque al cierre de la jornada del viernes recuperó terreno y se revalorizó un 0,3%, finalizó la semana con una depreciación acumulada de 0,8%, su mayor caída semanal desde febrero. La presión sobre la moneda única refleja no solo el diferencial de tasas con EE. UU., sino también la expectativa de que el Banco Central Europeo avance con un recorte en junio, en medio de un entorno económico aún frágil en varios países del bloque.
En Asia, el yuan chino ganó 0,4%, beneficiado por el relajamiento temporal de las tensiones arancelarias con EE. UU., y por una postura más activa del Banco Popular de China para estabilizar el tipo de cambio frente al dólar. Sin embargo, el desempeño de otras monedas regionales fue más moderado, en parte debido a la contracción del PIB japonés y la incertidumbre sobre la continuidad del estímulo monetario en la región.
En el frente de mercados emergentes, el comportamiento fue heterogéneo. El peso colombiano se consolidó como la divisa más fuerte de América Latina en la semana, con una apreciación de 1,1%, impulsada por el ingreso de flujos tras el sólido dato de crecimiento del PIB del primer trimestre y una mejora en la percepción de riesgo país. La reducción de la prima de riesgo soberano y la expectativa de recortes de tasas en EE. UU. fortalecieron al COP, que cerró su segunda semana consecutiva al alza pese a la volatilidad del petróleo y las tensiones diplomáticas por el acercamiento de Colombia a China. En contraste, el real brasileño (–0,2%), el peso mexicano (–0,1%) y el peso chileno (–0,6%)registraron retrocesos, afectados por dinámicas internas, como incertidumbre política, decisiones de política monetaria y salidas de capital de corto plazo.
En conjunto, la semana en divisas dejó dos mensajes claros: el dólar continúa siendo un ancla frente a la incertidumbre comercial y fiscal, pero su fortaleza está comenzando a matizarse con las expectativas de política monetaria. Al mismo tiempo, las monedas emergentes muestran un comportamiento divergente, dependiendo en gran medida de sus fundamentos internos, del diferencial de tasas y de la percepción global de riesgo, en un entorno donde el capital busca refugios estables sin desconectarse de oportunidades de rendimiento.
Renta Fija — Curvas divergentes entre riesgo fiscal local y señales de relajación global
Durante la semana, los mercados de deuda pública presentaron una dinámica de contrastes entre economías desarrolladas y emergentes, reflejando tanto la complejidad del ciclo monetario internacional como las particularidades fiscales locales. En Estados Unidos, a pesar del dato de inflación de abril más bajo de lo esperado —que reforzó la expectativa de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal en septiembre y diciembre—, los rendimientos de los Treasuries aumentaron de forma generalizada. El bono a 2 años subió 10,9 puntos básicos (pbs), el de 10 años 11,0 pbs y el de 30 años 11,7 pbs, impulsados por un repunte en los rendimientos reales y por una creciente desconfianza frente a los títulos del Tesoro como refugio, tras la rebaja de la calificación crediticia por parte de Moody’s. Hacia el cierre de la semana, el Treasury a 10 años corrigió levemente, ubicándose en 4,43%, mientras los contratos de opciones reflejaron una cobertura activa ante un posible ascenso de las tasas hacia niveles del 5% en el segundo semestre.
En Europa, el tono fue más moderado. Los Bunds alemanes se valorizaron a lo largo de la curva, con una caída de 3 pbs en el bono a 10 años, que cerró en 2,59%, su nivel más bajo en una semana. El mercado descuenta ya más de 50 pbs de recortes por parte del BCE en 2024, lo que favoreció los flujos hacia deuda soberana. En el Reino Unido, los Gilts británicos presentaron un aplanamiento de curva: subidas leves en los tramos cortos y caídas en el largo plazo, reflejando la cautela ante las próximas decisiones del Banco de Inglaterra. La deuda soberana española también se valorizó, con la TIR del bono a 10 años retrocediendo hasta 3,20%, en línea con el movimiento general de la eurozona.
En el plano local, el mercado de TES en tasa fija mostró un comportamiento mixto, marcado por factores técnicos, anuncios fiscales y señales internacionales. La parte corta de la curva —principalmente los títulos 2026 y 2027— registró valorizaciones marginales, con caídas de tasas de 3,4 y 0,1 pbs, respectivamente. En contraste, los nodos intermedios, entre 2028 y 2033, se desvalorizaron, con aumentos que oscilaron entre 2,8 y 7,8 pbs, destacándose el título de marzo 2031 (+30,7 pbs). Este movimiento fue impulsado por el incremento en la percepción de riesgo fiscal, tras el pronunciamiento de la DIAN sobre el IVA a la gasolina importada y por el traslado de posiciones desde los TES TIN hacia activos de renta variable.
En el tramo largo, en cambio, la curva se aplanó con una valorización significativa, destacándose los TES julio 2046 (–111,8 pbs) y octubre 2050 (–14,6 pbs). Este comportamiento respondió a un entorno externo más constructivo y al anuncio del Gobierno sobre el aplazamiento de partidas presupuestales, lo que moderó las expectativas de emisión neta en el corto plazo. En paralelo, el Ministerio de Hacienda confirmó la realización de una operación de manejo de deuda por COP 2 billones, que tendrá lugar el 20 de mayo y consistirá en un canje de TES 2025 y 2026 por TES tasa fija 2029, a través del programa de Creadores de Mercado. Esta será la primera operación de este tipo en casi tres años, lo que añade un elemento técnico relevante al comportamiento de la curva.
En cuanto a los TES indexados a la inflación (UVR), la semana fue también mixta. Se observaron valorizaciones en la mayoría de los tramos largos, como el UVR mayo 2055 (–4,0 pbs), mientras que referencias intermedias como el UVR abril 2033 se desvalorizaron (+13,5 pbs). El único movimiento contrario entre los tramos largos fue el del TES UVR 2035, que amplió su tasa en 3,0 pbs, en medio de ajustes de portafolio anticipando menores presiones inflacionarias.
En conjunto, la semana en los mercados de renta fija dejó señales claras: mientras los países desarrollados comienzan a descontar una relajación monetaria más decidida, los emergentes —y en particular Colombia— enfrentan dinámicas locales de riesgo fiscal y técnica de mercado que introducen mayor dispersión en las curvas soberanas. En este entorno, la política de deuda pública, la credibilidad fiscal y la comunicación gubernamental serán factores determinantes para estabilizar las expectativas en el mercado local.
Commodities — Tregua comercial impulsa al crudo, mientras metales retroceden por dólar fuerte y exceso de oferta
Los mercados de materias primas cerraron la semana con movimientos dispares, condicionados por la volatilidad del dólar, las tensiones comerciales y señales mixtas sobre el ritmo de recuperación de la demanda global. En el segmento energético, el precio del petróleo acumuló su segunda semana consecutiva de alzas, beneficiado por el acuerdo de desescalada arancelaria entre Estados Unidos y China. Este pacto de 90 días reavivó el optimismo en torno a una mayor demanda de crudo, en un momento en que los mercados descuentan un entorno económico menos contractivo. El WTI cerró en USD 62,49 con un alza semanal de 2,4%, mientras que el Brent se ubicó en USD 65,41, subiendo 2,3%.
No obstante, el impulso alcista fue limitado por factores estructurales de oferta. La OPEP+ aumentó su producción en mayo y junio, lo que ha comenzado a presionar a la baja los precios spot. A ello se suma la posibilidad de que Irán regrese al mercado con mayores volúmenes exportables, en caso de alcanzarse un nuevo pacto nuclear. La Agencia Internacional de Energía (AIE), por su parte, proyecta un superávit de oferta para 2025, en parte por el aumento de la producción no convencional en Estados Unidos. A pesar de estas advertencias, los traders mantuvieron sus posiciones alcistas, atentos a las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal y a los recientes datos de inventarios, que sorprendieron al alza.
En el frente de los metales preciosos, la semana fue netamente bajista. El oro retrocedió 3,6% y cerró en USD 3.204, firmando su peor desempeño semanal en seis meses. La caída se explicó por el fortalecimiento del dólar, el repunte de los rendimientos reales en EE. UU. y la reducción de la demanda por activos refugio, en medio de un entorno de menor aversión al riesgo. La plata también cayó 1,3%, hasta USD 32,3, aunque analistas destacaron una reactivación de la demanda física en mercados asiáticos como India y China, donde los precios corregidos impulsaron compras oportunistas.
Por su parte, el cobre enfrentó presiones bajistas derivadas de importaciones extraordinarias hacia EE. UU., anticipando la entrada en vigor de aranceles del 25%. Esta oleada de compras generó un aumento abrupto de inventarios, que alcanzaron máximos de ocho años en algunos centros logísticos, y provocó el colapso de las primas regionales, desestabilizando los diferenciales de precios. El metal rojo cerró la semana con una baja del 1,3%, cotizando en USD 459,4, reflejando la creciente preocupación por un desbalance entre oferta disponible y absorción industrial efectiva.
En balance, la semana en commodities reafirma un escenario donde las variables geopolíticas, las decisiones de política monetaria y los flujos anticipados de comercio tienen un peso cada vez mayor sobre los precios, muchas veces por encima de los fundamentos tradicionales. En este entorno, los inversionistas institucionales deberán mantener una lectura táctica de los riesgos —tanto de sobreoferta como de interrupción— para preservar valor en sus portafolios de materias primas.
Cierre Semanal — Tregua comercial, giros monetarios y tensiones geopolíticas reconfiguran las expectativas globales
La semana del 12 al 16 de mayo de 2025 cerró con un viraje significativo en el tono de los mercados internacionales, marcado por una combinación de alivio arancelario, ajustes en las proyecciones de crecimiento, señales de menor inflación y realineamientos geopolíticos. El catalizador principal fue el acuerdo entre Estados Unidos y China para suspender, por 90 días, la aplicación de nuevos aranceles recíprocos —una tregua inesperada que modificó de inmediato las percepciones sobre el rumbo de la economía global, al reducir las probabilidades de una recesión técnica en EE. UU. y abrir espacio para reactivar flujos comerciales en sectores estratégicos.
Este nuevo contexto desactivó temporalmente algunos de los riesgos más relevantes que venían presionando a los mercados financieros. En renta variable, se produjo un rally sostenido que llevó al Nasdaq a avanzar más del 7% semanal y al S&P 500 a consolidar su mejor desempeño en lo corrido del año, impulsado por los sectores de tecnología, consumo y salud. El apetito por riesgo también se reflejó en una revaluación de divisas emergentes, con el peso colombiano como protagonista regional gracias al sólido dato de crecimiento económico, la baja inflación y una reducción progresiva de su prima de riesgo. Sin embargo, esta reconfiguración también supuso costos: el oro, tradicional refugio en momentos de tensión, retrocedió más de 3% ante la menor demanda defensiva, mientras los rendimientos de los bonos del Tesoro subieron en todos los tramos, reflejando un ajuste en las expectativas de tasa real y una menor confianza estructural en la deuda estadounidense tras la rebaja de calificación por parte de Moody’s.
En paralelo, los bancos centrales comenzaron a dejar entrever que la narrativa de tipos altos por más tiempo podría estar agotándose. El BCE mantuvo su postura en favor de recortes a partir de junio, y en EE. UU. se fortaleció la expectativa de un doble recorte de tasas en septiembre y diciembre, tras la moderación del IPC y un deterioro progresivo en la confianza del consumidor. Aun así, la Fed ha sido cuidadosa en no enviar señales prematuras, consciente de que el efecto inflacionario de la guerra comercial podría reaparecer en los próximos trimestres, dependiendo del cumplimiento del acuerdo arancelario.
En el frente geopolítico, Colombia captó la atención regional tras formalizar su ingreso a la Nueva Ruta de la Seda y presentar su solicitud de adhesión al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) del bloque BRICS. Esta decisión provocó reacciones inmediatas desde Washington, donde se anunció la suspensión de desembolsos del BID para proyectos con participación de empresas chinas, en una clara advertencia sobre los límites de la diplomacia económica en un mundo cada vez más polarizado. En el plano doméstico, sin embargo, la economía colombiana mostró signos de fortalecimiento: el PIB creció 2,7% en el primer trimestre, el comercio minorista repuntó con fuerza y las exportaciones ganaderas se consolidaron como un eje dinámico de la balanza externa. No obstante, sectores como construcción, minería y manufactura siguen mostrando fragilidad estructural, lo que refuerza la necesidad de una política industrial coordinada y una ejecución fiscal más rigurosa.
En suma, la semana cerró con una sensación de alivio táctico, pero no de resolución estratégica. La tregua comercial no elimina los factores de riesgo —los traslada— y la respuesta de los mercados revela más una búsqueda de visibilidad que una convicción de ciclo expansivo. La política monetaria entra en una fase de recalibración, las tensiones geoeconómicas siguen abiertas y los fundamentos reales —empleo, productividad, inversión— aún no muestran una recuperación homogénea. El desafío ahora será distinguir entre una corrección técnica del pesimismo y un punto real de inflexión hacia una nueva etapa de expansión global.
Columna de cierre | Entre Washington y Pekín: Colombia y el dilema de la neutralidad imposible
Por Enrique Ariza
La adhesión de Colombia a la Nueva Ruta de la Seda y la solicitud formal de ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS han marcado, sin declararlo, un punto de inflexión en la política exterior del país. Si bien el Gobierno insiste en que no se trata de una ruptura con Estados Unidos —ni jurídica ni diplomática—, lo cierto es que el acercamiento a la esfera geoeconómica de China activa una tensión estratégica que Colombia ya no podrá eludir: en un mundo fragmentado, la neutralidad absoluta es una ficción. Lo que hoy se presenta como diversificación comercial puede convertirse, sin una hoja de ruta clara, en una vulnerabilidad sistémica.
La narrativa oficial —construida en torno a la cooperación Sur-Sur, la transferencia tecnológica y la apertura de nuevos mercados— tiene componentes legítimos. América Latina, durante años, ha sido testigo de cómo el acceso a capital concesional, infraestructura y conectividad digital desde China ha transformado economías con baja inversión pública y rezagos logísticos estructurales. Para Colombia, ingresar a una red que ya agrupa a más de 140 países puede traducirse en oportunidades concretas: mayor visibilidad financiera, atracción de inversión asiática y, en teoría, una alternativa al orden multilateral tradicional, que ha sido acusado de imponer condicionalidades asimétricas a los países en desarrollo.
Sin embargo, el momento y la forma son tan importantes como el fondo. La decisión de sumarse a la Ruta de la Seda se produce justo cuando Estados Unidos ha endurecido su discurso comercial, condicionando el acceso a recursos del BID y expresando abiertamente su oposición a proyectos con participación de empresas estatales chinas en América Latina. A esto se suma el hecho de que el ingreso al Banco de los BRICS exige un compromiso de capital superior a los USD 500 millones —en parte exigible y en parte pagado— que implica una carga fiscal y financiera relevante para el país. En este contexto, la pregunta no es si Colombia tiene derecho a diversificar sus alianzas estratégicas —que claramente lo tiene—, sino si está preparada institucionalmente para gestionar los efectos colaterales de dicha decisión.
La realidad comercial es contundente. Colombia exporta a Estados Unidos más de siete veces lo que exporta a China. Las inversiones estadounidenses representan alrededor del 40% de la inversión extranjera directa que recibe el país. Y, a diferencia de China, Estados Unidos absorbe bienes de valor agregado y sostiene encadenamientos productivos con sectores intensivos en empleo. Su modelo de crecimiento —basado en consumo interno— es complementario con la estructura exportadora colombiana. China, en cambio, ha centrado su expansión comercial en materias primas, con menor contenido tecnológico local y alto déficit en la balanza. De hecho, en 2024 Colombia importó casi USD 16.000 millones desde China y exportó apenas USD 2.400 millones. Apostar a una reconfiguración de este patrón comercial exige algo más que declaraciones diplomáticas: requiere política industrial, capacidades institucionales y acuerdos verificables.
Tampoco se puede soslayar la dimensión geopolítica. La adhesión al ecosistema BRICS no solo es económica: es simbólica. Es una declaración —aunque se pretenda matizar— de afinidad con una arquitectura financiera alternativa, promovida por potencias que han cuestionado abiertamente el orden liberal vigente. Y si bien no hay una obligación de alinearse ideológicamente con los promotores de este bloque, el solo hecho de aceptar su financiamiento puede condicionar futuras decisiones en foros multilaterales, regulaciones tecnológicas o marcos de inversión. La autonomía, si no está respaldada por capacidad estratégica, se convierte en una ilusión.
Colombia tiene derecho a buscar nuevos caminos, pero no puede hacerlo sin brújula. Sin un plan concreto de inserción comercial en Asia, sin estrategia para escalar productos con valor agregado, sin mecanismos institucionales para balancear la inversión extranjera y sin un debate interno serio sobre las implicaciones de estas decisiones, el país corre el riesgo de quedar atrapado entre bloques rivales, sin lograr pertenecer plenamente a ninguno. El dilema no es elegir entre Washington y Pekín. El verdadero dilema es creer que se puede transitar en medio de ambos sin ser arrastrado por las fuerzas centrífugas que hoy reordenan el mundo.

Nota del Autor:
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